La obra de José María Arguedas fue sometida no solo al análisis de la crítica y la teoría literaria, sino también, por su carácter representacional del mundo andino, abarcada por los estudios de antropólogos, sociólogos e historiadores. El 23 de junio de 1965, durante la segunda de dos mesas redondas sobre literatura peruana y ciencias sociales que organizó el recién inaugurado Instituto de Estudios Peruanos (IEP) —y en la que participaron José Matos Mar, Alberto Escobar, José Miguel Ovideo, Aníbal Quijano, Sebastían Salazar Bondy, Jorge Bravo Bresani y Henri Favre—, el escritor andahuaylino recibe críticas durísimas en torno a su novela Todas las sangres, motivo de aquella reunión. La principal: la novela no reflejaba la realidad de entonces. 

La naturaleza hipersensible de Arguedas, no toleró tampoco, lo que ya consideraba un ataque de Salazar Bondy: “Sociológicamente no es un testimonio”; a lo que el autor de la novela en cuestión responde: “¿Cómo que no es un testimonio, si yo lo he visto, lo he vivido? Si esto no es un testimonio, yo no he vivido, o he vivido en vano”. 

¿He vivido en vano? La mesa redonda sobre “Todas las sangres”, editado por Guillermo Rochabrún, recoge lo sucedido en dicho debate, encuentro cuyos ecos aún se dejan oír, apasionadamente, más de cuatro décadas después. Puede decirse que los temas ahí discutidos y los puntos de vista que entonces se desplegaron, no han dejado de tener vigencia, incluso a través y desde otros lenguajes, sean estos los de la modernización, la globalización o la multiculturalidad. 

Originalmente publicada por Alberto Escobar en 1985, la mesa redonda fue reeditada el 2000 de una nueva transcripción de la cinta grabada realizada por Rochabrún. En esta nueva versión, se corrige las anteriores gracias a la tecnología del Instituto de Etnomusicología de la PUCP. El volumen incluye, así, algunos textos adicionales, así como un disco compacto que permite al lector revivir el debate en las voces de sus protagonistas.